Bitácora: viajando en sucios trenes...

..que iban hacia el norte es donde escribí esta entrada. No ha habido tiempo de revisarla hasta ahora que por fin voy a retomar, tras una semana y pico de parón el ritmo normal. Un rato.

Hacía varios meses que no tenía oportunidad de hacer un viaje largo por la férrea vía; cinco horas ni más ni menos. No faltan quienes me dicen que es una pérdida de tiempo pudiendo hacerlo en avión en sólo una hora. Para empezar, quía. El vuelo dura una hora. Añade traslado al aeropuerto con tiempo suficiente para coger el vuelo, añade traslado del aeropuerto a la ciudad y estamos hablando de dos horas y media a tres. De ellas, sólo durante media hora podría estar tecleando. En el tren puedo dedicarle mucho más tiempo a trabajar, con el teléfono disponible más a menudo y hasta más barato. Así convencí al jefe de que me dejase hacer los traslados de trabajo en tren. Por no hablar de que es mucho más cómodo, ayuda a una mejor concentración y sobre todo da inspiración.

No creo en la inspiración propiamente dicha. Aunque no soy muy regular en el tiempo que le dedico a escribir, esa constancia es lo ideal para que al final la inspiración te llegue. Parafraseando a Picasso, lo importante no es si la inspiración llega o no, sino que cuando llegue te pille trabajando.

Bien, dicho esto, además hay lugares que uno prefiere para escribir porque es más fácil que la creatividad llegue. Y si los trenes forman parte de Haunted House es sobre todo porque gran parte del juego se escribió en ellos y no se merecían mejor homenaje. En esta entrada quiero convenceros de que alguna vez escribáis rol en los trenes.

Pensad en las ventajas inherentes, para empezar. Los trenes tienen un sonido más o menos constante que sirve de cobertura a todas las demás pequeñas distracciones que generan tus compañeros de viaje. Escoge sobre todo trenes tardíos, cuando la gente está cansada y no quiere ponerse a chillar y parlotear, sólo ver la película. La que proyectan hoy, por cierto, es especialmente mala, pero tiene a suficiente gente encantada con los pectorales de los protagonistas masculinos y femeninos, como aquel gordito aburrido con cara de rana que se ha cansado de leer lo que la adicta al trabajo del asiento de al lado escribe en la tablet.

Por supuesto, viajar por la tarde si ya ha anochecido puede quitarte algunas vistas (acabamos de llegar a Sahagún; no he estado nunca y me gustaría poder ver cómo es), lo que sería una pena si quieres hacer descubrimientos. La ausencia de referencias hasta que llegas a una estación te permite olvidar dónde estás y convertir cualquier resto de construcción, carretera solitaria, paseante lejano o aldea que pasa de largo en lo que tú quieras. Sólo están ahí un momento y puedes decidir que sean de tu propiedad ese instante e incorporarlas a vuela pluma (o tecla) en lo que estés escribiendo.



Lo mismo puedes hacer con la gente que esté a tu alrededor. Puedes inventarte una profesión para tu compañera de fila, que lee una revista del corazón a pesar de parecer inteligente y vivaz. Intentar conjugar esas dos cosas te dará un personaje mejor, más profundo. Como acabas de ver, tus prejuicios sobre lo que es cultura y lo que no te van a ayudar mucho en ello. Otro ejemplo, dos filas detrás mío se sienta un neonazi. Para mí eso le coloca en un subgrupo de tarados emocionales incapaces de relacionarse bien con la realidad y sólo parcialmente con sus semejantes. Pero, se ha levantado mucho antes que yo a ayudar a una señora con su maleta de diez quintales, con una sonrisa que de verdad parecía sincera. Eso no quita que siga pensando lo que pienso de él, pero ahora pienso más cosas que antes, más complejas y menos parciales y las incorporo al relato.

Y si te aburres y te sientes lúbrico, ¿por qué no inventarte un affaire entre la chica de ahí delante, esa de las piernas tan exactas y el chico al que no ves la cara pero cuyos hombros y cuello incitan el mordisco goloso? Móntatelo en tu cabeza con ellos, llévales al cuarto de baño e imagina no ya lo que hacen sino por qué, qué se dicen, qué se piden y qué nombres, verdaderos o falsos se dan al despedirse. El sexo es una de esas situaciones poco utilizadas en el rol y cuando aparecen apenas profundizamos en lo que aporta a la historia, nos quedamos en la estética rijosa. Creo que es porque pensamos demasiado poco en ello, nos autolimitamos sobre ello y así, cuando describimos la sexualidad de un personaje no jugador nos movemos torpemente entre la mojigatería y la casquivanería más estereotipadas.

Como veis, la variedad congregada en un tren y el tiempo disponible para hablar de ella nos da mucho de dónde incorporar. Pero hay un último motivo para escribir en trenes. Pensad en ellos. Comparadlos con los aviones. Estamos en una era de aviones y de coches. Trenes y barcos van pasando a tercer plano y el AVE, sinceramente no es más que un avión de tierra, caro y cada vez más rápido, pensado por y para los viajes de trabajo y las urgencias. Los trenes son clásicos, antiguos o románticos, elija cada cual su definición. Escribid en los trenes porque son más evocadores, porque son un salto de lo habitual. Son ideales los trenes de largo recorrido pero de media o baja velocidad. Los trayectos de cinco horas, los trenes hotel (bien, estos tampoco son baratos) de ocho. Buscad trayectos de media distancia que se usen poco, antes de que desaparezcan, llenos de estaciones sin uso, apeaderos oscuros donde no han llegado ni los graffitis. Viajad alguna vez solos, apearos en una estación al azar, tomad algo en la tasca vacía de la estación mientras termináis de escribir un módulo, una ayuda de juego, la vida de un pnj. Volved a subir a otro tren, sentaros junto a alguien aunque vuestro asiento no tenga acompañante. Presentaos, hablad. Dejad que os pregunten por vuestras aficiones. sacad el cuaderno y contadles, un poco, de qué va esto. No, no les contéis. Bajad la mesita plegable del asiento. Sacad unos dados.


A modo de ejercicio sobre el que trabajar os propongo usar un artículo que encontré hace poco sobre una línea de tren que se inauguró en 1990 y que permitía viajar desde Madrid a Moscú sin transbordos y que perfectamente podría usarse como escenario de una larga partida de Haunted House. Como imaginaréis, es una viaje largo, de 4.656 kilómetros a recorrer en unos cuatro días, con paradas en, entre otras, Berlín, Frankfurt, Ginebra.. atravesando siete paises.

En el hilo que os enlazo de Skyscrapercity podéis leer el artículo entero que han transcrito, con interesantes descripciones del viaje.

Para una descripción de los trenes rusos y sus servicios (ya que eran rusos los trenes que hacían esa ruta) visita la página web dedicada a ellos. También podéis visitar esta página para inspiraros.




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