El responsable de la tienda, que estaba sentado con nosotros como uno más, lo hizo bien. Cuando el padre llegó con su hijo de once años, Sergio, preguntando qué actividad había organizada , él se levantó de inmediato y aunque las edades de los jugadores iban de 20 a 40, le cedió su hoja de personaje al chaval, no al padre. El padre lo hizo bien. Pidió permiso para sentarse con nosotros a observar un rato, pero ni interumpió, ni opinó, ni dió instrucciones a su hijo. Solo estuvo allí, viéndonos jugar cinco minutos, sonriente. Luego se levantó y se puso a curiosear por la tienda. A lo largo de la partida regresó un par de veces, preguntó qué tal, siempre con la sonrisa, y volvió a marcharse. Nosotros intentamos hacerlo bien. No hubo un trato diferente respecto de cualquier otro jugador, aparte de explicarle las reglas básicas. Se aceptaron o rechazaron sus ideas como las de otro, por su valor intrínseco y no en base a la diferencia de experiencia y edad. Ajustamos un poco el tono gor
O sea que al final no vas a enviarme a los abogados, ¿no? ;)
ResponderEliminarJajaja, que bueno XDDDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarJacobo, que serio te pones cuando te disfrazas de Director Ejecutivo :P
En este mundo ya hay demasiados abogados. Das una patada a una piedra y te salen un escorpión, cuatro psicólogos y seis abogados.
ResponderEliminarNo, lo resolveremos con el método clásico. Al amanecer, tras la tapia del cementerio, con barras de pan duro.